La poesía tiene que ser inexplicable; mágica, si atendemos a aquella trayectoria completamente imposible de la bala que mató a Kennedy; sangrienta, en muchas ocasiones. Existe el prejuicio hacia la poesía como algo etéreo, bello, de una delicadeza que raya la cursilería. Pero ademucho más de literatura, la poesía también debe encerrar una visceralidad que en otros géneros puede estar mucho más diluida.
Siendo literatura, la poesía te permite el lujo de meterte en la piel de un personaje, de ficcionalizar con personajes, como te permite llevar a cabolo la novela. Por muy honestos o muy sinceros que puedan ser nuestros sentimientos, quizás eso no baste para aportar nada a la historia de la literatura. Nuestra primera obligación debe ser aportar algo literariamente a los lectores.
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Por mor del Canto general, tras una lectura superficial de los 20 poemas y un pasar sobre ascuas sobre las Viviendas, con total desinterés por la larga obra posterior al Canto, Neruda quedó fosilizado para el lector medio. El manifiesto «Rosa Náutica» anunciado en Valparaíso probablemente en 1922 es una de las muestras de de qué forma el ámbito chileno se encontraba caldeándose de a poco. En él hace aparición señalado el nombre de Huidobro, con carácter de adhesión, junto al de Apollinaire y el de Marinetti -personaje del que, por cierto, Neruda no se ocupó en absoluto. En cuanto al resto, la tardía visita del italiano a América en 1926 no despertó ya ningún entusiasmo-.
El poema es casi una oda a los pequeños en el que persiste la crítica a los hombres y mujeres mayores que se desentienden de su paternidad y su maternidad. A todos ellos, la premio Nobel los llama ignorantes ya que, primeramente, cometen una enorme injusticia. Entonces escapó a los Andes por la región de Atacama, como en un ejercicio de depuración, y enseñó a los mineros -«analfabetos pero con un portento imaginario y un pensamiento mágico que no vi jamás en los versistas más pintados»- a leer en los textos de Heráclito.
Porque El Título Del Poema Es Todo Es Ronda
Su aporte económico dejará que WMagazín prosiga abierto al público ayudando a la divulgación de este maravilloso arte, al placer de la lectura y al ejercicio de un periodismo cultural independiente y de alta definición con contenidos exclusivos en sus temas, enfoques, personajes y formatos únicos. En su afán por educar, Gabriela Mistral tiene siempre y en todo instante una observación a los considerablemente más pequeños e indefensos. Nuevamente, escribe un poema destinado a los pequeños a quienes, textualmente, hace dueños de todo el planeta.
Y no debemos olvidar que algo de eso hay en otro esencial artículo nerudiano, El hondero entusiasta, que comienza de 1923. Pero es verdad que rara vez se dió en la poesía universal una incidencia tan grande de un hecho de afuera en la obra de un poeta. No olvido la situacion de Vallejo con su España, separa de mí este cáliz, pero es indudable que el peruano mira la guerra de España como un aspecto más del mal humano cuya observación venía haciendo desde el comienzo de su obra, por más que el episodio bélico le impresione de un modo especialmente intenso. Neruda tiene una revelación de todo el mundo que le hace salir de un ensimismamiento al que no se veía fin, en la dolorosa contienda española. Y se multiplica el ansia de ser explícito, de contar, de nombrar a los héroes y también, infringiendo los usos de los historiadores tradicionales y renacentistas, a los enemigos del pueblo.
Si no nos remontamos tan atrás en el tiempo, en los años cincuenta o sesenta hay poetas con una importancia social muy importante, como Gabriel Celaahora oBlas de Otero. Poetas en los que, además del peso literario, existe un peso político, que incluso llega en ocasiones a diluir el peso literario. La importancia de estos poetas quizás se haya diluido porque su obra tenía una vigencia temporal que ha perdido con el tiempo. Pienso que la poesía tiene que jugar un papel, siempre desde la literatura, en la transformación de todo el mundo.
Tanto que él mismo, como escribió su no muy entusiasta biógrafo Jorge Edwards, a comienzos de los sesenta se sentía abandonado por sus lectores. El propio Edwards lo consideraba ya en la época de la década de los cincuenta «un poeta del pasado»34. Naturalmente esa creación retrospectiva no puede dejar de concernir al propio escritor. En este caso todo el itinerario del Neruda previo hace aparición iluminado, cargado de sentido, por estos poemas aplicados a las alturas andinas. En otro rincón he examinado la «Prefiguración de Machu Picchu en España en el corazón»31, admitiendo con Hernán Loyola que en la obra de nuestro poeta mejor que charlar de «una conversión» hay que pensar en «un desarrollo»32. Se verifica aquí, como tantas otra veces, que «cada escritor crea a sus precursores»30.
Por ejemplo, los versos “yo no deseaba acostarme, pero ellas me insistieron / vamos ámbas con usted, que usted es un hombre bueno”, fueron extraídos de un diálogo real, pero cambiado de contexto. Esas expresiones “vamos ámbas con usted, que usted es un hombre bueno”, es lo que le dijeron ámbas estraperlistas en el sendero en que las halló nuestro poeta en el momento en que le solicitaron que las llevara en el carro. Sus expresiones fueron transferidas al instante de acostarse en este momento en la venta.
Las Residencias son la enorme conquista de la poesía nerudiana, su mayor aportación lingüística (con el extenso empleo de los «como» prohibidos por Huidobro y de los gerundios no formidables a los puristas). En estos libros, sobre todo en el primero, el señalado profetismo y un cierto aferramiento al amor tratan de amortiguar el hundimiento. En la Segunda, está la rebelión contra la muerte («Alberto Rojas Jiménez viene volando»). No hay comparación posible de tal inquietud en la poesía hispánica moderna. Evidentemente, hay que remontarse a Quevedo, pero Neruda es un Quevedo ajeno no a la religación pero sí a la religión positiva, lo que da un mayor mérito a su desesperado esfuerzo.
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En mi poesía abundan este género de homenajes a otros poetas, eso que ahora en varios libros se llama los «paratextos». Muchos de estos poetas, tanto su vida como su obra, son materia de poesía. No me cuesta demasiado porque esas fronteras entre géneros son bastantes difusas.
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Y Norah Borges, M. Maples Arce, Jacques Edwards (Joaquín Edwards Hermoso, creador de Metamorfosis, gran defensor de «dada»). Anotemos también el «pseudomanifiesto» de Zsigmond Remenyik del 1922, el «runrunismo» de Benjamín Morgado y Alfredo Pérez Santana, cuando ahora Neruda encontró su sendero hacia las Residencias y el surrealismo, del que nunca va a ser, sin embargo un defensor al empleo. Como observamos nos estamos ocupando solo de un poema que a la postre ha resultado propio de la obra de nuestro autor, pero insistimos en nuestra advertencia previo, en el momento en que afirmábamos que la complejidad y la amplitud de la obra del jerezano podría llevarnos hacia otros muchos territorios. Conque, sin que sea bastante brusco el tránsito narrativo, y puesto que hablamos de la primera etapa, veamos ahora con velocidad algunos otros poemas de otras etapas.